AZTI desvela los secretos de un perfilador de corrientes que viajó a la deriva desde Canadá hasta el puerto de Bilbao
Se trata de un instrumento utilizado para medir la velocidad de la corriente, temperatura y salinidad en el mar fondeado en el ártico canadiense en octubre de 2011 por un equipo dedicado a estudios Árticos de la Universidad de Washington
La línea instrumentada de la que formaba parte el perfilador de corrientes se rompió en diciembre de 2012 y quedó a merced de las corrientes oceánicas
Desde el Estrecho de Davis, entre Groenlandia y Canadá, hasta el puerto de Bilbao. Este es el recorrido realizado por un perfilador de corrientes marinas, que ha sido recogido recientemente por un barco del Servicio de Inspección Pesquera del Gobierno Vasco y cuya limpieza y descarga de datos se ha llevado a cabo por investigadores de AZTI. El instrumento recuperado es, concretamente, un perfilador de corrientes (que sirve para medir la velocidad de la corriente del mar, temperatura, salinidad y corrientes, entre otros parámetros), sujeto a un armazón con ocho boyas, que se desprendió del cable al que estaba sujeto en diciembre de 2012. Desde entonces permaneció a la deriva hasta su recogida a unos dos kilómetros al norte del puerto bilbaíno.
En el momento de su hallazgo, el instrumento se encontraba invadido por percebes y otros moluscos. Tras su limpieza, resultó ser un perfilador de corrientes perteneciente a Integrated Observational Platforms (IOP), un grupo de investigación de la Universidad de Washington, ubicada en la ciudad de Seattle (Estados Unidos).
Pese a tratarse de un equipo de alta tecnología, el técnico de AZTI Luis Cuesta no tuvo problemas para extraer los datos que almacenaba el mismo, ya que era similar a los utilizados por el centro tecnológico en el estudio de corrientes.
Con los datos obtenidos, se pudo averiguar que el perfilador de corrientes se colocó en el mar el 5 de octubre de 2011 en la posición 67º 02.2’ Norte y 57º 02.1’ Oeste, en el Estrecho de Davis. El perfilador formaba parte de una línea instrumentada que quedó fondeada a 690 metros de profundidad. A lo largo del cable se dispusieron distintos aparatos de medición de temperatura, salinidad y corrientes, entre otros parámetros. El perfilador hallado quedaba sumergido concretamente a una profundidad 104 metros.
“Según la tarjeta de memoria del aparato, la línea que sujetaba el perfilador y el resto de instrumentos se rompió el 22 de diciembre de 2012” afirma Cuesta. “La rotura de la línea pudo deberse a la presión de capas de hielo o bien a algún acto vandálico de pescadores” añade.
A partir de ahí los técnicos de AZTI establecieron la teoría de que el perfilador fue arrastrado hacia el sur por la corriente oceánica denominada del ‘Labrador’ hasta que fue atrapado por la corriente del Golfo.
Esta teoría fue corroborada por los propios especialistas de la Universidad de Washington, con los que contactó el investigador de AZTI Carlos Hernández. “Según nos informaron desde la Universidad de Washington, –comenta Hernández- una de las boyas que formaba parte de la línea instrumentada fondeada en el Estrecho de Davis apareció en mayo de 2013 en la isla Fogo, situada en la costa noreste de Terranova (Canadá)”. El investigador explica que “este hallazgo corrobora que las dos elementos flotantes fueron arrastrados en superficie hacia el sur por la corriente del ‘Labrador’, si bien la encontrada en el puerto de Bilbao continuó su deriva hasta ser absorbida por la corriente del Golfo, una de cuyas ramificaciones llega hasta el mar Cantábrico”.
“La universidad norteamericana nos ha mostrado su agradecimiento –señala Hernández- porque les hemos permitido recuperar año y medio de información acumulada en el perfilador desde diciembre de 2012; además del importante valor material, ya que se trata de un instrumento de medición valorado en 23.000 dólares”.
Equipamientos de alta tecnología
La familiaridad de los técnicos de AZTI en el empleo de equipos oceanográficos de última generación, ha permitido interpretar el contenido de la información acumulada por el perfilador de la Universidad de Washington. El centro tecnológico opera las boyas de aguas profundas que Euskalmet tiene dispuestas en el golfo de Bizkaia para el seguimiento de diversas variables océano-meteorológicas. La información enviada por estas boyas sirve, entre otros fines, para conocer los lugares por los que pueden pasar determinadas especies marinas e incluso para colaborar en el rescate de personas que han caído al mar.
El periplo de la boya recuperada pone de manifiesto que las grandes corrientes oceánicas encuentran en el golfo de Bizkaia un importante punto de confluencia. Este hecho favorece la llegada a esta zona de elementos a la deriva cuyo origen puede ser muy lejano.